Hoy vamos a hablar de uno de los grandes errores que cometen los emprendedores. Hoy en día pueden hacer casi cualquier cosa. Internet está lleno de tutoriales y manuales que nos permiten desarrollar muchas profesiones creativas y técnicas sin necesidad de pisar una academia.
Un ejemplo. Si buscamos en Google cuál es una de las recetas más complicadas de cocinar, nos encontramos con el turducken, que por lo visto es un asado de tres pájaros muy popular en Estados Unidos. Yo, que de cocina entiendo bastante poco, estoy convencida de que me saldría uno de esos más o menos decente si me esforzara y siguiera con mucha atención un buen vídeo paso a paso. Por si alguien quiere probar, aquí tenéis uno. Quizá tuviera que hacerlo varias veces hasta conseguir que fuera comestible, pero estoy segura de que acabaría consiguiéndolo.
Este exceso de información y formación es un arma de doble filo que amenaza directamente a uno de los tesoros más preciados que tenemos: el talento. Asistimos muy a menudo a este hecho en la agencia y todas las víctimas tienen más o menos el mismo perfil. Jóvenes brillantes, emprendedores, currantes que han puesto en marcha un negocio, sea del sector que sea, y que han caído en la dichosa trampa de los famosos tutoriales.
Y es que uno de los grandes peligros para el talento es la falta de tiempo. Cuando uno inicia cualquier proyecto, la tentación de ahorrar dinero a costa de renunciar al tiempo es muy poderosa.
La tentación de ahorrar dinero a costa de renunciar al tiempo es muy poderosa
Nos encontramos cada día con emprendedores que lo han hecho todo ellos solos: han diseñado y programado su web, actualizan cada día sus redes sociales, se encargan del SEO y de programar las campañas Adwords, redactan y envían notas de prensa y hasta hacen las fotos de sus campañas.
Nadie dice que no sea admirable, pero cuando nos lo cuentan es inevitable la gran pregunta que viene a continuación (hecha con todo el cariño): “¿Y se puede saber cuándo haces lo que realmente tienes que hacer? “.
La paradoja es grande. Uno al final monta un negocio para hacer aquello que se le da bien y se termina autoenterrando en tareas que nada tienen que ver con su talento. Y es que además no nos engañemos: tareas que no van a estar tan bien hechas como deberían.
Porque por mucho que yo esté orgullosa de mi primer turducken, no estará a la altura de ese chef que cocina con el corazón y que lo ha hecho antes cientos de veces. El nivel “comestible” no debe ser suficiente. Hay que buscar la excelencia.
El nivel “comestible” no debe ser suficiente. Hay que buscar la excelencia.
Por eso desde aquí queremos pedir a todos esos emprendedores que se centren cuanto antes en eso que tan bien saben hacer. Que piensen, mimen y perfeccionen aquel producto o talento que les hace destacar sobre los demás.
Para eso existen empresas como Magnolia. Para ayudar a los emprendedores y a las marcas a delegar en expertos que les ayuden a llegar lo más lejos posible.
Si hace tiempo que sientes que a ti o a tu equipo os falta tiempo o que las cosas en tu marca no andan tan bien como deberían, llámanos. Nos encantará charlar contigo. Seguro que podemos ayudarte 🙂
Cris Alonso – Cofundadora de Magnolia